el carnaval patrimonio de la humanidad
El Carnaval de Negros y Blancos, es la fiesta más grande e importante del sur de Colombia, si bien por su Indicación Geográfica le pertenece a la ciudad de San Juan de Pasto,1 también ha sido adoptada por otros municipios nariñenses y del suroccidente Colombiano. Se celebra del 2 al 7 de enero de cada año, y atrae un considerable número de turistas colombianos y extranjeros.No es sino hasta mediados de los años 20, del Siglo XX, que va adquiriendo corpus la actual fiesta, en la que se conjugan otras instancias, tiempos y espacios, dotándolo de un carácter más urbano e incluyente. En 1926, los estudiantes mayores de los colegios y de la Universidad de Nariño deciden participar activamente en la fiesta, eligiendo como su reina a Romelia Martínez, y saliendo por las calles vestidos con disfraces en comparsas y bailando al son de la música regional, en lo que se constituye el primer desfile, ya no del Día de Reyes, sino del 6 de enero, o día de Blancos.
Para el 4 de enero de 1929, una cabalgata de más de ciento cincuenta jinetes se aprestaba a Batallón Boyacá. A las tres de la tarde y cuando los jinetes se hallaban listos para el gran desfile, una familia compuesta por el padre, la madre, dos chicas, niños, tres jóvenes que cabalgaban en cansados jamelgos y quienes iban seguidos por peones que arriaban los mulas cargadas de petacas, y haciendo esfuerzos para que unos cerdos y ovejas no se desbandaran y llevando a cuestas jaulas con loros y micos, sin olvidar la "mica" (bacinilla). Era un colono antioqueño con su familia que después de permanecer muchos años en el oriente (Putumayo), había resuelto dejar la manigua para volver a tierra "civilizada".
ambientar los juegos del 5 y 6 de enero, para ello se habían concentrado frente al
Alfredo Torres Arellano y Carlos Martínez Madroñero, organizadores del desfile, ordenaron, a dos de la cabalgata que abrieran campo y ni cortos ni perezosos incluyeron a los viajeros entre los alegres jinetes que minutos después hicieron el desfile. Gozosos los que del oriente venían por tan inesperado encuentro y sin saber por qué de tan animado "tope" ocuparon el centro rodeados de los jinetes en trance de promocionar los carnavales, el jefe de la familia saludaba atentísimo a las multitudes que presenciaban el paso de la cabalgata.
El grito histórico resonó alegre por todos los ámbitos de la ciudad: ¡Viva la Famila Castañeda!,
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